Osa polar hambrienta deambula en calles de una ciudad de Rusia
Un animal que llega luego de recorrer kilómetros y kilómetros desde su hábitat natural en busca de comida, a una ciudad urbanizada colapsada en humanos andando en sus miles de vehículos carbonizados eliminando gases tóxicos al medio los cuales irrumpen directamente en la capa de ozono dañándole impidiendo su función de reflejar rayos solares y estos lamentablemente entrando a la atmósfera sobrecalentando el medio terrestre y marino, produciendo el deshielo de los polos, y es ahi específicamente donde se genera el problema, animales polares que dependen de la solidificación del agua para caminar sobre el hielo y capturar presas. Al encontrarse derretido este hielo se queda sin hábitat teniendo que recorrer largas distancias para encontrar alimento. Y aquí está en una ciudad la que provoca su hambruna y posible muerte de la especie llegando a una futura extinción. Llega rendida esta hembra llamando a gritos con sus patas que en algún momento fueron maravillosamente blancas como la nieve, ahora solo son suciedad embarradas y sin mas energía pidiendo ayuda a su mas malvado competidor que aun no se digna a recurrir en alguna acción concreta para colaborar con esta y tantas otras especies que se están muriendo [que la está matando], mientras este competidor desalmado se asegura con su alimentación lujosa y costosa - costosa - a un real costo de la muerte y simple extinción de otras especies, siendo estas desahusiadas comunidades de animales pagando el altísimo costo de la comodidad de la increíblemente desmerecida especie humana. Un parásito que habita en el planeta tierra alimentándose de todo lo posible sin importar las consecuencias, es mas, inconscientemente inconsecuente. Decimos tener sentimientos, pero no nos diferenciamos de un microorganismo que se aprovecha de la energía de otro para su sobrevivencia, realmente no hay sentimientos, solo es un mecanismo de defensa entre nuestra especie, hacernos creer sentimentales. La verdad, es que hablar de emocionalidad en un ser humano es una de las tantas falsedades que esta especie inventó. Ver a esta hembra de menos de un año pesando 200 Kg con sus patas embarradas y desnutrida en los últimos intentos de sobrevivencia vislumbra la pena e invitabilidad que sufre. Esto si demuestra un sentimiento y uno de los peores, el de estar muriendo.
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